El parquet, debido a su versatilidad y adaptabilidad, ofrece muchas ventajas en comparación a otros tipos de suelo. Su calidez característica transmite una sensación de bienvenida e incluso de familiaridad, por eso sigue siendo la opción más buscada para cualquier habitación.
Hay que tener en cuenta que, después de su instalación, el parquet necesita un acabado que garantice una mayor durabilidad y resistencia. Para conseguirlo es necesario barnizar el parquet de manera que podamos preservarlo y protegerlo
Cuando la madera está preparada y pulida, se aplica una mano de imprimación, fondo o tapaporos con el objetivo de rellenar la superficie porosa microscópica de la madera y conseguir una superficie sólida. Tras este proceso, se procede a pulir y eliminar asperezas y se aplica la primera mano de acabado.
En total se aplican hasta tres manos y hay que esperar entre cuatro y ocho horas entre acabados, siempre dependiendo de las condiciones y del material. Después de 12 o 24 horas, el parquet adquiere una dureza transitable para ser pisado, pero no adquiere la dureza necesaria para ser pisado hasta que transcurre una semana.
El barniz es una disolución de aceites o sustancias resinosas en un disolvente que se volatiza o se seca al aire. Los tipos de barniz y el proceso de barnizar han cambiado y evolucionado con el transcurso del tiempo ya que siempre se han buscado formas de proteger los suelos de madera.
Mientras que los egipcios ya empleaban los barnices en la decoración de sus tumbas, los griegos lo usaban como protección de la madera de sus barcos contra la sal del mar. No obstante, su origen se sitúa en Asia, donde el arte de barnizar data el siglo tercero, como una técnica de origen coreano. También se considera que la China y la India ya conocían los barnices mucho antes que los artesanos coreanos y japoneses.
De todas formas, antes que los barnices, existieron productos pioneros que dieron lugar al barnizado como lo conocemos hoy en día. Al principio se utilizaba la cera, pero su difícil aplicación y mantenimiento complicaba el proceso. Esta dio lugar a los aceites, más fáciles de aplicar y con mayor resistencia química. Y de ahí aparecieron los primeros barnices de Urea Formol.
Este tipo de barnices tenían buena resistencia a la abrasión y desgaste, además eran fáciles de aplicar. Sin embargo, no tenían buena resistencia química y eran muy tóxicos. Para resolver estos aspectos, llegaron los barnices a base de disolvente que, aunque daban una solución a varios de los problemas del Urea Formol, seguían siendo tóxicos e inflamables.
Finalmente, a finales de los años 90, aparecieron los barnices de poliuretano a base de agua, resistentes a las manchas químicas, al desgaste, de fácil aplicación y, sobre todo, no eran tóxicos ni inflamables.
Como hemos dicho, uno de los principales problemas siempre ha sido el desgaste y la toxicidad. Estos retos ya están superados, pero actualmente encontramos nuevas variables muy importantes para los profesionales y para los clientes finales:
Cuando decidimos restaurar el parquet, el profesional puede aplicar diferentes tipos de barniz e incluso combinar esos barnices. En un presupuesto de restauración, el barniz es el material más caro, esto es debido a su importancia. El resultado final, la resistencia al desgaste, golpes y arañazos dependerá de la calidad del barniz.
Para barnizar el parquet encontramos cuatro barnices de diferentes propiedades:
Si tú también sientes pasión por la madera y quieres que este material sabio, noble, legendario y poderoso sea la base de las estancias de tu vida, ponte en contacto con nosotros. La unión del ser humano y la naturaleza gracias a los suelos de madera.
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